Amistad y lealtad
El Club Bohemio Radical vive bajo un código propio, donde la lealtad pesa más que cualquier norma social. Las decisiones de Pablo, Mala Estrella, El Catalán y Paquito ponen a prueba hasta dónde puede llegar la amistad.
En un emocionante viaje entre 1966 y 1973, desde las playas de la Costa Brava hasta los paisajes de Biarritz y Cambo-les-Bains, esta obra combina amor, filosofía, humor, drama y aventura, invitándonos a reflexionar sobre la libertad, el destino y los lazos que nos unen… a veces, sin saberlo.
El protagonista de ese viaje es Pablo, también conocido como Kaltes Blut y líder del Club Bohemio Radical, una organización secreta (cuya primera norma es la de no ser nada secreta) con estrictas reglas sobre la lealtad, el amor y la libertad.
Pablo coloca su particular concepto de la amistad en un escalón tan superior a cualquier otro valor, que arrastra a quienes le rodean a una espiral emocional en la que su pasión por convertir la vida en una permanente aventura parece ser un fin en sí mismo.
Junto a Mala Estrella, El Catalán y Paquito, Pablo enfrenta los desafíos de una juventud diferente y decididamente opuesta a todo lo convencional, pero que, pese a su empedernida determinación, no deja de sufrir las consecuencias del desgaste de unos sentimientos bajo constante tensión y sometidos al acelerado paso del tiempo.
En el corazón de la trama está una misteriosa llave que Pablo recibe tras la muerte de su madre, gracias a la cual se desvelan secretos familiares que transforman su percepción del pasado y de la vida.
La historia también explora las complejas relaciones de Pablo con Electra, una joven valiente, atrapada en sus propios conflictos, y con su rival Dácil, quien, desbordada por las indecisiones, busca consuelo en sus propias decisiones…
Una novela original y diferente, que te hará reír, llorar, pensar, sentir… y, sobre todo, disfrutar de su lectura, desde la primera hasta la última línea.
Cuatro ejes que atraviesan la historia y marcan el destino de sus personajes.
El Club Bohemio Radical vive bajo un código propio, donde la lealtad pesa más que cualquier norma social. Las decisiones de Pablo, Mala Estrella, El Catalán y Paquito ponen a prueba hasta dónde puede llegar la amistad.
Los personajes intentan escribir su propio camino en un mundo que se empeña en imponerles otro. La novela cuestiona si somos dueños de nuestras elecciones o prisioneros de una historia ya escrita.
La llave heredada por Pablo abre algo más que una cerradura: revela secretos que redefinen el pasado familiar y alteran su visión del futuro, encajando piezas que nadie sabía que faltaban.
De la Costa Brava al sur de Francia, los paisajes acompañan los cambios interiores de los personajes. Cada lugar se convierte en un reflejo del momento emocional que atraviesan.
Hacía mucho tiempo que no caía en mis manos una novela que tuviera tantos elementos capaces de convertirla en un éxito de ventas. Siempre que leo un libro, tal vez por deformación profesional, me pongo en el lugar del lector:
¿Le interesará la historia?
¿Le resultará lo suficientemente atractiva y original como para continuar con su lectura hasta el final?
¿Tendrá ganas de empezar un nuevo capítulo apenas haya terminado el que está leyendo?
¿Es su posible conjunto de compradores lo bastante amplio como para que no quede reducido a un número muy limitado de personas?
Estas y otras preguntas acuden a mi mente sin poder evitarlo. Sé muy bien que un libro se publica para que sea leído. La de editor es una profesión difícil, en la que no están permitidos los errores. Por eso, cuando surge una novela como Jinetes en el cielo, se está presentando una oportunidad poco habitual. Me refiero a poder aprovechar esa cualidad de la literatura, infrecuente en nuestros días, que aúna la calidad de lo escrito con la facilidad de su lectura por parte de un público universal.
Para mí, es una virtud que escasea, siendo un principio fundamental para los grandes autores (bien es cierto que esta es una especie en extinción). Mi trabajo hace que lea con frecuencia a personajes relevantes de la cultura y cada vez soy más consciente de que los más grandes son aquellos que no han intentado convertir cada frase en un enigma, movidos por el único fin de manifestar la superioridad intelectual del escritor sobre la del humilde lector de a pie.
Para escribir bien no hace falta mantener una actitud rebuscada, pedante, en suma. La buena literatura es la que, estando perfectamente escrita, penetra con suavidad en el espíritu de quien, al leerla, la hace suya.
Acción, emociones, sentimientos, humor… de todo hay en esta novela que, siendo muy diferente a casi cualquier otra, hace reflexionar a quien disfruta de su lectura.